Iluminación. Señores... he tenido una revelación. Y nada más y nada menos que en la basílica de San Pedro del Vaticano. Sí, soy un snob para eso de las revelaciones aunque si la hubiese tenido en el wáter lo hubiese dicho igual.
La revelación en cuestión no es otra que darme cuenta que no hay nada como viajar. Ya sé que se dice mucho: "si me tocara la lotería me iría a dar la vuelta al mundo", "viajar es saber" y cosas así. Pero nos cuesta salir de casita, abandonar la aburrida si bien cómoda rutina y organizar una pequeña escapadita de ocho días con tus amiguetes.
Nosotros lo decidimos hace tiempo ya. El día que el
Itálico abndonó las tierras de la hispania para volver a Perugia a estudiar y dejar de "estudiar" en Salamanca.
No obstante y a pesar de que estuviera decidido desde antes de verano, la idea no empezó a dar vueltas en nuestras cabezas hasta bien entrado el curso y claro está... tuvimos nuestras bajas. Garías decidió que Polonia tiene muchos atractivos, el primordial que la cerveza está más barata que el agua; pero hay que decir en su favor que ya había ido a Italia una vez. Rodri estaba liado con el máster y los exámenes, chico aplicado. Pero por otra parte tuvimos una incorporación interesante.
Una noche de esparcimiento se me ocurrió decirle a Sergi que si se animaba y unos meses después estaba en el avión sentado a mi lado y al de Charly después de tomarse, cual faquir, un plato de lentejas con cristal y es que la tía de Charly (Loli, no sé si leerás esto pero eres maravillosa) nos dio la última comida española antes del viaje de la pasta y el vino.
De verdad chavales. Este será uno de los viajes que recordaremos para siempre. En nuestra memoria quedarán: la polaca y sus desayunos, el amor de Charly por las calles con arcos, sus conciertos nocturnos, el redoble de batería, las escaleras, las referencias constantes y cariñosas a nuestras progenitoras, el vino, las mujeres, el
dove andiamo Guido?, la cena de Pietro, su consiguiente resaca y enamoramiento por parte de Sergi, los olvidos, Mauro... y como no, Guido; que nos soportó durante una semanita que debió parecerle eterna pero que, estoy seguro, le gustó.
Nada más, deciros a Sergi y Charly que
gracias por este viaje y esperemos repetir.