miércoles, 24 de marzo de 2010

Y se acabó

Ya se puede decir, hoy por hoy, que Cris y yo somos Diseñadores, pero no al estilo de Dolce&Gabbana, Vittorio&Lucchino o Manolo&Benito; sino de los gráficos. Y además, digitales. Ahora a hacer prácticas (100 horas mínimo y de máximo, lo que tú te quieras explotar por aprender, hasta 494 horas) en alguna empresa de Cáceres y a ver si hay suerte y nos pillan en algún lado.

El curso, como ya os he comentado, ha estado bastante bien. La verdad es que en cuanto a mi experiencia en otros cursos (uno y hace 6 años) a la gente se la ha visto con ganas de aprender - salvo alguna excepción - y eso se nota en la cantidad de ejercicios que han salido adelante. Aquí abajo os dejo el penúltimo que hicimos. El tema era una orla para el curso, y a mí se me ocurrió hacer un billetazo.

Un saludo.

sábado, 20 de marzo de 2010

La vida a veces te la mete bien metida

"Para algunos" - como el Robe - "la vida es un camino empedrado de horas, minutos y segundos". El camino de Juan Oliver (Alberto Ammann) se ve, de repente, desviado a la cuneta por un pedrusco llamado Malamadre (Luis Tosar). Si la vida es un cúmulo de casualidades, a Oliver le toca el bote de los euromillones sin haber pisado una administración de loterías en toda su vida.

Hay algunas películas en las que el detonante tarda lo suyo en llegar. Un ejemplo de esto ocurre en Granujas de medio pelo (Woody Allen, 2000), donde un servidor se lo pasó genial los 40 minutos de introducción, hasta que se monta el emporio y la cinta de Allen se viene abajo. En otras obras - como la de Daniel Monzón - el primer punto de giro no se hace esperar y nos golpea en la cabeza metiéndonos de lleno en la trama.

Celda 211 es una obra trepidante de principio a fin. Si al Rey Midas de Hollywood le hubiesen encargado trasladar esta novela de Francisco Pérez Gandul a la gran pantalla no creo que hubiese sido capaz de dotarla con más acción. Monzón no nos permite un solo instante de reposo y si alguna vez nos saca de la cárcel (las escenas de la vida personal de Juan con Elena) es para que la empatía con Oliver no se vea eclipsada del todo por la que nos ofrece el personaje de Tosar. Para que Malamadre nos caiga en gracia no necesitamos que nos digan que es inocente, o que tuvo una infancia difícil; es más, nos lo muestran unos años antes apuñalando a un funcionario de prisiones a sangre fría. Pero para el espectador este recluso tiene más cosas en común con el 'Che' Guevara que con Charles Manson. Y es que el director lo utiliza como portavoz para denunciar aquello que no puede decirse en una entrevista con Buenafuente o en una gala de los Goya. La situación de los presos en las cárceles españolas, la hipocresía de los políticos, los beneficios que conlleva ser etarra en una prisión y, de fondo, lo poco que nos importa a los ciudadanos de a pie la fortuna de los reos.

Los guionistas no quisieron pasar de puntillas por el tema de los terroristas y le dedican una escena cargada de simbolismo y con un diálogo en el texto que tengo que destacar:

- (Etarra) ¿Y qué vais a hacer si no os dan lo que pedís?
- (Malamadre) ¿Tú que harías si estuvieras en mi lugar?

¡¡¡TOOOOMA!!! Pullazo al canto.

Bueno, no quiero hablar del final ni de otros puntos remarcables de la peli porque no sé cómo hacerlo sin desvelar spoilers, pero si la habéis visto os invito a que comentéis qué os parecen el desenlace, la descafeinada actuación de Resines, o el Goya a Marta Etura por su papel.

Si no la habéis visto...

...ya tenéis deberes.

viernes, 12 de marzo de 2010

Se acaba el curso

El curso del SEXPE que estaba haciendo llega a su fin. No se puede decir que haya aprendido poco. Sobre todo ha sido gratificante en lo relativo a Flash y Dreamweaver, pero también es cierto que en el último mes la cosa a decaído bastante. A nadie le gusta darse cuenta de que las clases que te dan son calcos de tutoriales que puedes leer en Internet por tu cuenta desde tu casa, pero cuando el profesor te da el enlace directamente y te dice que sigas los pasos tú solo la cosa empieza a oler a chamusquina.
De todos modos hay que decir en defensa del profesor que algunas mañanas es difícil lidiar con quince zombies que lo único que saben hacer es jugar al póker del facebook o enrredar en el tuenti. Y al fin y al cabo lo más interesante - además de aprender - es el título.

Más allá del curso... la nada. Un sinfín de currículos enviados por correo electrónico a todas las productoras audiovisuales de Extremadura que he encontrado por la Red y la esperanza de que alguno responda con algo más que un "gracias por enviarnos su experiencia profesional, ya forma parte de nuestra base de datos" (la mayoría ni responde).

¡QUIERO CURRAR!

viernes, 5 de marzo de 2010

Sopa de letras

Pocas veces uno tiene la oportunidad de asistir a la charla de un escritor con tantos conocimientos y facilidad para la digresión. Emilio Pascual es un escritor que, aunque no es muy conocido, tiene un público fiel que siempre espera la salida al mercado de su próximo libro. Este miércoles he podido comprobar una de las razones por las que el escritor segoviano goza de esa fidelidad.

Gracias a Victoria (una monja del colegio de Cris) se organizó en Miajadas una charla en la que el autor vino a hablar de dos de sus libros: "Días de Reyes Magos" y "El fantasma anidó bajo el alero". En el coloquio que tuvo lugar tras la presentación del segundo libro, Pascual desplegó una avalancha de conocimientos literarios que iban desde La Náusea Sartre al Génesis pasando por una serie de anécdotas curiosas sobre la etimología de algunas palabras (¿sabíais que hígado viene de higo?) que rescataban la atención del auditorio cuando su digresión se hacía demasiado espesa para las mentes mundanas que allí nos encontrábamos.

Fue una charla de esas que nunca quieres que lleguen a su fin (digo de esas... pero es la primera vez que me pasa con una charla literaria, y en la carrera tuve unas cuantas) y de las que mientras intentas asimilar conocimientos como una esponja te das cuenta de que, muy a tu pesar, no vas a recordar ni la mitad de ideas que ahí se han vertido.

No obstante, y a pesar de lo fructífera que resultó la charla, las digresiones de Pascual no fueron lo mejor de la tarde. Una señorita de 24 años llamada Cristina fue la encargada de presentar por tercera vez al escritor. No pudo hacerlo mejor.

Tirando de bemoles (para algo ha estudiado piano) se enfrentó a un aula en la que la mayoría de los asistentes no la conocía de nada para arrojar algo de luz sobre el tipo con cara de simpático que se sentaba a su lado. Habló de sus dos libros, la relación entre ellos; de la importancia de la literatura en las relaciones entre las personas y de los lazos que se establecen entre las páginas de una obra y su lector; de guiños mudos (para los que no entendemos de metáforas); y terminó la presentación con una frase que dejaba medio camino recorrido para el ponente.

Pero lo más importante es que se enfrentó a un miedo y lo pisoteó sin miramientos. ¡Olé!

Aquí os dejo una foto posterior a la charla en la que Emilio (encantado tras la presentación) dedica un libro a Cris.