viernes, 19 de diciembre de 2008

¡¡¡APROBADO!!!

Lejos de languidecer bajo el láudano de la letárgica alquería de Morfeo, me levanté lentamente del lecho a las 7, limpié mis legañas y me largué, cual vulgar ladrón, iluminado por la luna al lugar del que luego levaría el ancla intranquilo hacia la boca del lobo.

Las luces del alba lamían ya el cielo al colocarme al lado del lacónico aunque leal y ladino profesor de autoescuela, José Luis, mientras el delegado de la DGT, colocado a mis espaldas, articulaba las palabras que nos lanzaban a circular por entre las líneas que lindaban el laberíntico dédalo salmantino.

Con celo logré adelantar, señalizar y colocar el vehículo al lado de la calzada, salvando así el análisis lento y molesto que se lucraba con mi canguelo y librándome de la lacra de ser un lastre encarcelado en las chanclas de un "Labordeta" sin automóvil.


Hoy rindo tributo a la letra L.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te lo curraste, cielo. El carné y el pedazo de texto con una L magistral. Te veo en poco más de tres horas (jejeje).
Te quiero.


Athgaila