domingo, 30 de mayo de 2010

Do the evolution

Es curioso cómo llegamos a necesitar las cosas más prescindibles.

Este miércoles pasado nos quedamos sin Internet en la oficina y parecía que se había acabado el mundo. La verdad es que para los chicos que trabajan en la empresa de informática de al lado la cosa es bastante grave. Su principal función es la del posicionamiento de las webs que tienen en cartera y tú me dirás cómo realizan este trabajo sin estar conectados a la red. En la misma oficina estamos mi jefe y yo.

Él se dedica al diseño (yo estoy aprendiendo) y, en principio, el uso de Internet no sería tan imprescindible como para los chicos de Gabinete, pero para un negocio que se comunica con la mayoría de sus clientes por correo electrónico la cosa es un poquito más seria. A eso hay que añadir que la "red de redes" se ha convertido en una fuente inagotable para los que buscamos herramientas o una chispa de inspiración diaria. Un cliente puede encargarte un trabajo y en cuestión de unos pocos clics y 2 ó 3 minutos (esto dependiendo de la conexión) tienes a la vista centenares de trabajos que tratan el mismo tema. Y eso ayuda a desatascar las neuronas a las 10 de la mañana, os lo puedo asegurar.

Es la dictadura de las nuevas tecnologías. Os lo dice uno que ha caído bajo el encanto de apple.

Quién demonios me mandará a mí meterme ahora en el berenjenal de tener que aprender coóo funciona un sistema operativo completamente diferente del que me tiene acostumbrado el señor Guillermo Puertas o Gilly Puertas o Bill Gates, como prefiráis referiros al de las ventanucas. Pero sé que lo necesito para trabajar en cualquier campo audiovisual.

El tema en cuestión es que hace apenas 6 años Internet no era para mí más que un pozo sin fondo del que sacar - a un módico precio - miles de bits de música, vídeo, textos e imágenes. Y hoy, si no te andas con ojo, el de al lado te quita la merienda porque sabe hacer esto y lo otro que leyó ayer en un foro de no sé dónde, gracias a un amigo que se lo recomendó a través de no sé qué red social, a la que sólo se accede a través de una invitación...

El cágate lorito, vamos.

Yo confieso que, hoy por hoy, no sé si sería capaz de hacer vida normal sin Internet más de un mes. Por dios, que droga más chunga esta de la tecnología, pero...

es la evolución, nena.

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